¿Sabías que durante décadas, las grandes discográficas han llevado a cabo una guerra interna para destacar a sus artistas sobre los demás y tener más ventas y presencia en medios de comunicación? Hoy te hablamos sobre la llamada guerra del volumen.
Y es que alguien de la industria musical se dio cuenta ya en los años 50 del siglo XX que las canciones que sonaban con un volumen mayor en la jukebox del bar de turno obtenían mayor atención por parte del público presente. Durante la era analógica y la del formato vinilo, es decir, durante los 50, los 60, los 70 y gran parte de los 80, la guerra de volumen fue algo más silenciosa.
En las emisiones de radio, las discográficas obligaban a subir el volumen de sus artistas para que destacasen aunque las grabaciones en formato vinilo continuaron conservando su calidad y calidez. Pero todo cambió con la aparición del CD y el mp3. Pero, ¿en qué consistió realmente?:
Gracias a los medios digitales, las producciones discográficas comenzaron a subir el volumen de una forma curiosa: utilizando de forma exagerada compresores y limitadores, elevaban el sonido general de la canción creando un sonido mucho más compacto.
Parece que los primeros en darse cuenta de éste hecho fueron los fans del grupo de heavy metal Metallica quienes notaron una diferencia abismal entre el sonido sobresaturado y comprimido de las canciones de su disco Death Magnetic en comparación con el sonido que ofrecían esas mismas canciones en el juego Guitar Hero.
Lo verdaderamente malo de ésta guerra y que todos los que apreciamos y trabajamos en la música notamos es que utilizando estos compresores y limitadores se acaba con el rango dinámico del sonido. El rango dinámico es la diferencia que hay entre el sonido más bajo y el más alto.
En un espectro de onda se pueden observar claramente estos picos de sonido. Si elevamos el sonido general de la canción, acabamos con éste rango dinámico provocando que en un mismo tema, un susurro o un grito queden al mismo nivel de volumen -algo totalmente antinatural, por otro lado- y desapareciendo los matices de los diversos instrumentos y voces dando lugar a unas producciones muy planas y poco creativas.
El responsable de todo ello es la guerra del volumen y la víctima como suele ocurrir, el usuario final.
Ningún estilo musical de los últimos 20 años se ha librado de esta guerra en la que se ha acabado sacrificando la calidad. Tal importancia tiene que se han llegado a reeditar discos que fueron importantes en su momento añadiendo esta compresión tan fuerte, variando por completo el sonido y poniéndolo a la venta con la etiqueta “remasterizado”.
Así pues, el usuario final piensa que esa «remasterización» supone una limpieza y mejora en el sonido siendo la realidad muy distante de su percepción.
En un mundo en el que el consumo de mp3 y música en streaming suponen prácticamente la totalidad del consumo musical mundial este hecho parece no tener importancia. Pero para los seguidores y consumidores de música en otros formatos, como el vinilo, de nuevo en auge, esta sobresaturación en el sonido sí supone una desventaja afectando claramente a la calidad final de las grabaciones en este soporte.
Incluso se han llegado a crear asociaciones en contra de esta práctica y desde hace unos dos años ya están dando sus frutos. Hasta el gigante de la música en streaming Spotify, acaba de bajar considerablemente el volumen de los temas incluidos en su plataforma lo cual supone un pequeño paso hacia la recuperación de la calidad y un toque de atención para el resto de players del sector.
En Motiva emitimos la música a un volumen adecuado y suficiente para se disfrute en los puntos donde debe sonar, y toda nuestra música se sitúa por debajo de los 90db. Además, para aquellos clientes que requieran de inserciones publicitarias y destacar sus anuncios entre su público objetivo, el volumen de las cuñas publicitarias se incrementa ligeramente para que destaquen de la emisión general y lleguen mejor al público.
Lo mejor es que el volumen de la publicidad es totalmente configurable con lo que si un cliente decide que la publicidad suene al mismo nivel que la música, puede hacerse sin problemas. ¡Tú tienes el control de tu propio canal de radio!