A todos nos ha pasado en más de una ocasión que hemos escuchado una canción, y hemos dejado de tararearla y cantarla, sin poder quitárnosla de la cabeza. Este suceso tiene su base científica, y se llama el síndrome de la canción pegadiza, o más técnicamente earmworm (gusano en el oído). Estudios realizados certifican que el noventa y nueve por ciento de la población es susceptible a este síndrome. De acuerdo con profesor James Kellaris, de la Universidad de Cincinnati (EE UU), el efecto es mayor si la canción es la primera que escuchas al levantarte, o lo último que escuchaste por la noche antes de acostarte.
Investigadores del Darmouth College de New Hampshire descubrieron que estas canciones pegadizas se instalan en el córtex auditivo, una parte del cerebro que se encargada de procesar los sonidos.
Para tal estudio seleccionaron un grupo de estudiantes a los que hicieron escuchar música que conocían y la silenciaban de forma intermitentemente, sin avisarles. Vieron que cuando se hacía el silencio, el cerebro completaba la canción, es decir, el córtex era capaz de llenar el vacío a través de la memoria auditiva. Sin embargo cuando la canción les era desconocida, el cerebro no podía completarla, a menos que fuese bastante previsible. Demostraron que el cerebro tiene la necesidad natural de completar canciones, y que la necesidad de tararear esas canciones funciona como una especie de «picor mental», que solo se alivia repitiendo una y otra vez la melodía. El efecto puede llegar a durar horas o días.
Y llegada a esta conclusión, ¿qué podemos hacer para evitar este síndrome?.
Se pueden probar varias cosas: escuchar la canción en cuestión completa y aprenderse la letra (de esa manera el córtex no tendrá necesidad de completarla); intentar pegársela a otro silbándola o tarareándola, o ponerse a tocar (bien o mal) cualquier instrumento que uno tenga a mano.
Los científicos nos proponen una solución para el síndrome de la canción pegadiza: llevar a cabo un reto intelectual que absorba toda la actividad neuronal, no dejando un resquicio para la incómoda banda sonora: resolver un crucigrama, leer un libro, resolver problemas matemáticos o sudokus.
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