Celebramos en esta fecha la festividad de todos los santos. En estos días recordamos con cariño a los que nos dejaron. Tenemos un pensamiento para ellos, visitamos cementerios y decoramos con flores tumbas y nichos.
Desde tiempos remotos, la experiencia de la muerte ha sido motivo de pensamiento, estudio y reflexión. El mundo de la religión, la ciencia y el arte, han prestado su atención a este hecho. La música no ha sido una excepción. Desde los tiempos clásicos, los más diversos compositores incluyeron en sus repertorios piezas destinadas a ser interpretadas en los actos litúrgicos católicos celebrados tras el fallecimiento de una persona. No era extraño que personajes de la alta sociedad, quisieran tener su propia obra musical fúnebre. La obra más conocida y popular es posiblemente el Requiem de Wolfgang Amadeus Mozart y que además, posee una historia poco conocida y muy particular. El famoso Requiem fue encargado por un extraño personaje vestido de negro, que presentándose ante Mozart y adelantándole una buena suma de dinero, le pidió componer la música para un funeral. Tiempo después se supo que el extraño vestido de negro, era el enviado de un conde, cuya esposa acababa de fallecer y pretendía ocultar su identidad para hacer pasar por propia la obra musical. Mozart aceptó el encargo, pensando que el personaje de negro era en realidad un enviado del destino que hablaba en nombre de su padre, fallecido poco tiempo atrás. Mozart nunca llegó a finalizar su Requiem, que permanece inconcluso.
La siguiente pieza musical que nos viene a la memoria, es la marcha fúnebre. En realidad ese piano triste que con paso lento acompaña al cortejo fúnebre en las películas, pertenece a un movimiento de la Sonata para piano nº2 de Chopin. Muchos compositores clásicos compusieron música fúnebre, pero no llegaron a la belleza y simpleza que con sólo unas notas al piano, Chopin supo imprimir a su marcha.
Hoy día, aunque no es muy común el uso de música en los entierros, y con la decadencia de la música clásica en favor del pop de masas, hay algunas personas que en sus últimas voluntades expresan su deseo de acompañar su entierro o velatorio con una música específica. Algunos, por mucho que extrañe a familiares y amigos, elijen música de mariachis, su canción heavy metal favorita o la balada de Céline Dion que les hacía suspirar en vida. Además, no es extraño escuchar en una funeraria o incluso tanatorios, música para crear un ambiente tranquilo y de recogimiento en sus salas.
En Motiva, disponemos de un amplio catálogo de música indicada para este fin.