En numerosos posts hablamos de los beneficios de la música. Los efectos que produce su escucha en nuestra vida. Cómo afecta a nuestras emociones, recuerdos y vidas. Cómo podemos utilizarla para crear ambientes que predisponen a la compra y mil maravillas más. Pero lo que pocos saben, es que la música es utilizada a diario en hospitales, donde se ha comprobado sus innumerables beneficios de cara a afrontar enfermedades. No, la música no cura enfermedades, pero ayuda a pacientes de diversas dolencias a superar sus dificultades gracias a la musicoterapia.
Está comprobado que la música puede modificar el ritmo cardiaco, la respiración e incluso la temperatura corporal. Además, provoca la liberación de un neurotransmisor llamado dopamina, y que es el encargado de las sensaciones de placer que experimentamos al recibir impulsos agradables. En el Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario La Paz, constatan que escuchar música produce efectos como el aumento del nivel de resistencia al dolor, cambios en el tono muscular, el nivel de glucosa en sangre…
Da buenos resultados incluso antes de nacer, al conseguir que las futuras madres se tranquilicen y puedan expresar sus sentimientos respecto a las inquietudes del embarazo, algo que después repercute en el bienestar de sus bebés.
La educación musical ayuda a los más pequeños en su desarrollo neurológico: repercute en la memoria, fluidez verbal, razonamiento no verbal y lateralidad. Ayuda también a equilibrar el desarrollo de ambos hemisferios cerebrales. Cualidades útiles para prevenir trastornos como la dislexia. Con tantos beneficios, es sorprendente que como asignatura esté ausente del sistema educativo español. Sin embargo, cada vez son más los directores de centros infantiles que demandan la musicoterapia, porque previene problemas de lateralidad y psicomotricidad, entre otros.
Los niños con síndrome de Down mejoran su autoestima a través de la música. Les gusta tocar instrumentos musicales y algunos se animan incluso con el piano. A medida que ganan destreza en los instrumentos musicales pueden hacer pequeños conciertos para la familia, interpretando piezas acordes con sus gustos musicales. Además, al cantar se trabaja también la respiración abdominal, que les ayuda a vocalizar mejor con diferentes sonidos. La percusión sirve para improvisar y expresar emociones.
En otras patologías, como el síndrome de Williams, la música también ha mostrado sus beneficios. Estos niños tienen gran habilidad musical, a pesar de su retraso cognitivo. Tienen oído absoluto y un ritmo preciso.
Las intervenciones basadas en la música pueden tener un impacto positivo sobre el dolor, la ansiedad, trastornos del estado de ánimo y calidad de vida en pacientes con cáncer, según un estudio publicado en Support Care Cancer.
Estas ventajas se extienden también a niños y adolescentes, según otro trabajo reciente esta vez en la revista de la Sociedad Americana del Cáncer. El trabajo destaca que los más jóvenes ganan en habilidades de afrontamiento y en resistencia frente al estrés cuando se incluye la música como complemento terapéutico. Escribir letras de canciones y producir vídeos musicales bajo la supervisión de un musicoterapeuta, ayuda a los pacientes a reflexionar sobre sus experiencias e identificar lo que es importante para ellos, como su espiritualidad, familia y relaciones con los compañeros. Estas intervenciones con musicoterapia pueden proporcionar un apoyo psicosocial esencial para ayudar a los pacientes jóvenes enfrentarse a esta patología.