Hace algunos años, una serie de televisión llamada «Salvados por la campana» empezaba sus capítulos con el sonido de una campana que daba lugar a la canción de los créditos. Ese era el recurso sonoro usado por sus creadores para atraer a los espectadores y la verdad es que funcionaba. o al menos en esa época es lo que se creía. Se trata de un sonido que nos recuerda a nuestra infancia y nos traslada mentalmente a nuestros días de colegio e instituto ya que en España el uso de la sirena se ha extendido a prácticamente todos los centros educativos.
Pero con los años, el efecto de su uso por parte de los centros educativos ha sido puesto en duda por parte de psicólogos y expertos en marketing. Incluso un reciente estudio internacional, acaba de determinar algo muy sorprendente y es que la música es un recurso más potente que las alarmas de los despertadores para fomentar e incrementar la vigilia al despertarnos por la mañana desmontando el argumento histórico de la eficacia de la arquitectura de un sonido estridente para llamar la atención del oyente.
Lo cierto es que a nivel cotidiano, una campana o timbre es un sonido estridente, agresivo y desagradable que se confunde fácilmente con una alarma antiincendios y desde Motiva consideramos que únicamente debería usarse en situaciones de emergencia y aún así con cuidado porque cuando lo que buscamos es el sosiego de quien recibe ese sonido, en este caso, alumnos de corta edad que emanan energía y hormonas, se trata de un sonido con una arquitectura dirigida a llamar la atención de una forma excesivamente agresiva. Es comúnmente sabido que la música amansa a las fieras ¿no?
Muchos centros están tomando, no solo consciencia de ello, sino también de que existen otras formas más amigables (o incluso más efectivas) de avisar el comienzo y fin de las clases como es el uso de la música. Y hasta la prensa se ha hecho eco de muchos casos.
Lo que muchos centros educativos están haciendo, es utilizar la música que anuncia el comienzo y fin de las clases de forma pedagógica e integrándola como un elemento más dentro del proyecto pedagógico.
Todo ello con el objetivo ya no solo de evitar las sensaciones psicológicas desagradables que sí se sabe que producen los ruidos abruptos, con frecuencias agudas y estridentes sino también incluso con el objetivo de mejorar el comportamiento y por extensión el rendimiento escolar. En definitiva, lo que se busca con este cambio es crear un ambiente más favorable para el estudio y el aprendizaje.
Empieza a crecer el número de psicólogos y pedagogos que opinan que el sonido del timbre tiene más que ver con un concepto de escuela disciplinada que ya no está vigente, al igual que otros elementos tradicionales que han pasado a la historia en este y otros ámbitos.
Y, aunque el sonido del timbre o sirena sigue presente en muchos centros, aquellos que han decidido sustituirlo por música no han vuelto a la costumbre tradicional, siendo este cambio aceptado con agrado por el personal educativo, padres y alumnos.
Si lo que se busca es dar un aviso con el poder de llamada de atención que posee el timbre, bastaría con aumentar el volumen de la canción. Además, el sonido abrupto del timbre ha dejado durante generaciones a muchos profesores con la clase a medio terminar y ello se pretende evitar.
Los centros en los que se ha sustituido el timbre por música, han notado como ese cambio hacia el fin de la clase se hace de forma más sosegada y natural.
La música que marca los inicios/finales de clases o el inicio/final de la jornada consigue reforzar los lazos emocionales entre el centro y sus alumnos evitando el absentismo, un mayor sosiego en el cambio de clases, mejorar el estado de ánimo y por extensión el aprendizaje.
Pero… ¿Qué tipo de música se está utilizando para este fin?
El tipo de música, como si de un negocio se tratase, depende del tipo de alumnado que el centro educativo tenga. Lo ideal es que esta conecte al máximo posible con los gustos de los alumnos porque así la marca (entendiendo al centro educativo como una marca), establecerá un lazo emocional más fuerte y el alumno/a se sentirá más implicado con ella.
Por ejemplo, en un instituto se podría poner una melodía de un estilo urban como por ejemplo Rosalía y en un colegio, donde los alumnos no tienen todavía sus gustos musicales del todo definidos, se podría optar por algo más genérico como música clásica, jazz o las bandas sonoras del cine
Las ventajas que se derivan de este cambio sonoro del timbre a la música, ya empiezan a manifestarse en los colegios donde se ha llevado a cabo.
- Los alumnos están más relajados tanto al comienzo como al final de las clases.
- Los profesores integran la llegada de estos nuevos sonidos con elementos educativos que favorecen la comunicación y la relajación.
- La música sigue estando presente en las aulas como elemento pedagógico beneficioso para los niños.
- En caso de emergencia real, como la necesidad de evacuación del centro por un incendio o cualquier otro suceso que conlleve peligro para las personas, es ahora percibido de forma clara, sin llevar a confusión.
El uso de música en los centros educativos no tiene por qué ceñirse exclusivamente a sustituir el timbre de llamada sino que su uso puede extenderse al total de los ratos de descanso. Y sus beneficios pueden ser muy elevados.
Recuerdo perfectamente mis años de instituto a principio de los años 90 del siglo XX. No sé si mi instituto era pionero o no en este tipo de acciones pero, aunque el uso del timbre (en este caso la sirena), era lo habitual para alertar del comienzo y fin de las clases, la música estaba presente en los momentos de descanso y recreo a través de un hilo musical interno que se manejaba desde la secretaría.
El día de los enamorados se emitía música romántica y los alumnos que lo quisieran podían hacer dedicatorias a través de la megafonía. Y el resto del año se incluía música clásica desde la apertura del centro por la mañana hasta que sonaba el timbre que daba paso a la primera clase y música actual que respondía también a peticiones de alumnos en secretaría, durante el tiempo de recreo.
Este sería el siguiente paso que recomendamos como expertos en audiomarketing: incorporar la música no solo como transición entre las clases y los ratos de descanso sino como contenido durante esos descansos y que incluso los alumnos pudieran escoger canciones que sonaran dentro de su hilo musical.
Está claro que mi trabajo tenía que estar en una empresa de hilo musical.
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